Derecho Educativo
El Derecho Educativo es el principal derecho humano

Menú

| Más
RAUL EDILBERTO SORIA VERDERA: Es abogado y docente ha escrito extensamente sobre el Derecho Educativo; trabajó en escuelas secundarias y terciarias y en el asesoramiento legal del Ministerio de Educación de Catamarca. Fue profesor titular Universitario y se formo en posgrado de Derecho Público. Participó en Congresos y Paneles y dicta cursos y seminarios sobre Derecho Educativo. Es fundador y Director del CENTRO DE ESTUDIOS, INVESTIGACIÓN Y CAPACITACION EN DERECHO EDUCATIVO. Actualmente asesora a escuelas, docentes y padres sobre normas de convivencia y consejos escolares mediante la aplicación del Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (P.D.E.C.E.).
ESPERO TU CONTACTO, OPINIÓN O CONSULTA EN: derechoeducativo@hotmail.com

Si buscas hosting web, dominios web, correos empresariales o crear páginas web gratis, ingresa a PaginaMX
Por otro lado, si buscas crear códigos qr online ingresa al Creador de Códigos QR más potente que existe


1.-La educación a lo largo de la vida.
 
Se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser. Informe difundido por la UNESCO de la Comisión presidida por Jaques Delors, La educación encierra un tesoro (1996).

Por ello es que para cumplir el conjunto de las misiones que les son propias, El Derecho Educativo debe trabajar en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.

El informe mencionado estima que, en cualquier sistema de enseñanza estructurado, cada uno de esos cuatro “pilares del conocimiento” debe recibir una atención equivalente a fin de que la educación sea para el ser humano, en su calidad de persona y de miembro de la sociedad, una experiencia global y que dure toda la vida en los planos cognoscitivos y practico.

Hoy en nuestras escuelas la enseñanza escolar se orienta esencialmente, por no decir que de manera exclusiva, hacia el aprender a conocer y, en menor medida, el aprender a hacer. Las otras dos formas deben ser urgentemente introducidas en el ámbito escolar. Esta misión de trabajar con las formas excluidas de aprender a “Ser” y aprender a “Convivir” le corresponde al Derecho Educativo, que mediante su Plan para la Convivencia Escolar (PDECE) debe orientar a la comunidad educativa para lograrlo mediante la creación de los acuerdos y normas de convivencia.

La convivencia no es sólo un hecho sino también una búsqueda.
 
El Derecho por medio de las normas de convivencia debe prevenir el desarrollo de la intolerancia, el dogmatismo y el autoritarismo.
 
La convivencia asumida como proyecto humano, como propuesta de vínculos entre personas y colectividades, requiere de la tolerancia pero busca ir siempre más allá. Convivir es tolerar y arriesgarse a construir juntos algo que nace de nuestras semejanzas y diferencias.
 
La tolerancia debe ser entendida como virtud de reconocimiento del otro y no como una actitud de condescendencia frente a un posible ser "inferior".
 
La formación en valores de alto contenido democrático, como el respeto mutuo, la tolerancia, la igualdad, la justicia y la paz.
 
Para lograr este cometido el Derecho Educativo debe poner en marcha su plan (PDECE), para elaborar en cada ámbito escolar normas de convivencia con la participación de todos los integrantes de la comunidad educativa.
 
 
2.-Aprendiendo a “Ser” se aprende a “Convivir”.

El descubrimiento del otro pasa forzosamente por el descubrimiento de uno mismo; por consiguiente, para desarrollar en el niño y el adolescente una visión cabal del mundo la educación, tanto si la imparte la familia como si la imparte la comunidad o la escuela, primero debe hacerle descubrir quién es.

Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal.
 
Aceptar nuestro cuerpo, nuestra identidad, nuestro origen, nuestra idiosincrasia es una parte fundamental de la comunicación con los otros y del desarrollo emocional.

El Derecho Educativo sustenta para la elaboración de las normas de convivencia un principio fundamental: la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad. Todos los seres humanos deben estar en condiciones, en particular gracias a la educación recibida en su juventud, de dotarse de un pensamiento autónomo y crítico y de elaborar un juicio propio, para determinar por sí mismos qué deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida.

En la escuela, el arte y la poesía deberían recuperar un lugar más importante que el que les concede, en muchos países, una enseñanza interesada en lo utilitario más que en lo cultural.

En este sentido, la educación es ante todo un viaje interior cuyas etapas corresponden a las de la maduración, constante de la personalidad; para considerar su función en toda su plenitud, a saber, la realización de la persona que, toda ella, aprende a ser.

Este desarrollo del ser humano, que va del nacimiento al fin de la vida, es un proceso dialéctico que comienza por el conocimiento de sí mismo y se abre después a las relaciones con los demás.
 
Hay un cuarto pilar del Derecho Educativo contemporáneo que debe ser acentuado: el aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás. Este debiera convertirse en un pilar crucial tanto de las prácticas normativas como de la reflexión que hacemos sobre ellas.
 
El Derecho Educativo en las normas de convivencia escolares propone, para avanzar en un aprender a vivir con los demás, dos orientaciones complementarias: el descubrimiento del otro y el tender hacia objetivos comunes.

Para descubrir al otro la escuela tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos.
 
La Declaración Universal de los Derechos Humanos suscrita por las Naciones Unidas en 1948. En ella se propone que: "La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz" (Art. 26.2).
 
Sin duda, este aprendizaje constituye una de las principales empresas del Derecho Educativo contemporáneo. Demasiado a menudo, la violencia que impera en el mundo contradice la esperanza que algunos habíamos depositado en el progreso de la humanidad.
 
Desde que nacemos somos testigos de que los seres humanos nos matamos unos a otros, y alguno de los asesinos son los “buenos”. Crecemos en un mundo donde las armas nos llegan como juegos, nos divertimos “ingenuamente” jugando a la guerra, nos entretenemos con relatos y películas donde el asesinato es completamente aceptado. Nos vamos acostumbrando y anestesiando y así funciona nuestra sociedad. Estamos educados y preparados para la violencia.
 
La historia humana siempre ha sido conflictiva, pero hay elementos nuevos que acentúan el riesgo, en particular el extraordinario potencial de autodestrucción que la humanidad misma ha creado durante el siglo XX. A través de los medios de comunicación masiva, la opinión pública se convierte en observadora impotente, y hasta en rehén, de quienes generan o mantienen vivos los conflictos.
 
La actual atmósfera competitiva imperante en la actividad económica de cada nación y, sobre todo a nivel internacional, tiende además a privilegiar el espíritu de competencia y el éxito individual.
 
La idea de enseñar la no-violencia en la escuela es loable, aunque solo sea un instrumento entre varios para combatir los prejuicios que llevan al enfrentamiento.
 
En este sentido el Derecho Educativo sostiene que las normas de convivencia deben ser el instrumento idóneo para erradicar la violencia, empezando por sacar de las normas la “violencia” de la sanción para su cumplimiento, cambiándola por la concientización de la Comunidad Educativa que debe participar en la concreción de los acuerdos normativos y que los mismos sean producto de la aceptación y compromiso personal de cada integrante, en velar por su cumplimiento.
 
Mientras los sistemas educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos, en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo.
 
El Derecho Educativo mediante su Plan de Convivencia (PDECE) propone:
 
1.- Aprender hacer las normas de convivencia  para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal.
 
2.- Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia⎯realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos⎯ respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.
 
En definitiva debemos diariamente en la escuela elaborar las normas de convivencia, entre toda la comunidad educativa, como si fuera una actividad principal, con objetivos comunes y tejiendo punto a punto la telaraña social.

Agregar un comentario

Tu nombre o Ingresar

Tu dirección de correo (no se mostrará)

¿De qué color es el pasto? (chequeo de seguridad)

Mensaje *

© 2024 Derecho Educativo