Derecho Educativo
El Derecho Educativo es el principal derecho humano

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RAUL EDILBERTO SORIA VERDERA: Es abogado y docente ha escrito extensamente sobre el Derecho Educativo; trabajó en escuelas secundarias y terciarias y en el asesoramiento legal del Ministerio de Educación de Catamarca. Fue profesor titular Universitario y se formo en posgrado de Derecho Público. Participó en Congresos y Paneles y dicta cursos y seminarios sobre Derecho Educativo. Es fundador y Director del CENTRO DE ESTUDIOS, INVESTIGACIÓN Y CAPACITACION EN DERECHO EDUCATIVO. Actualmente asesora a escuelas, docentes y padres sobre normas de convivencia y consejos escolares mediante la aplicación del Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (P.D.E.C.E.).
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La disciplina se convierte en un asunto, no de castigo por los errores cometidos, sino en un asunto de mantenimiento del eje institucional por medio del empleo del derecho concebido en normas de convivencias elaboradas y aceptadas por la comunidad educativa toda y controlada con la participación de todos los sectores involucrados en la vida cotidiana de la escuela.
                A lo largo de la historia de la pedagogía una parte importante de sus energías estuvieron dedicadas al gobierno del cuerpo de los alumnos, tanto en base a la coacción y el castigo físico como a la gestión cotidiana de lo que se considera como normalidad.
                La escuela antigua entendía que verdaderamente no puede, en modo alguno, formarse el hombre sin someterle a disciplina; se establece una correspondencia importante entre disciplina y educación; así todo el que ingrese en las escuelas para ser instruido debe quedar sometido a la disciplina común.
                La Salle nos dice que “la corrección de los alumnos es de las cosas más importantes que se practican en la escuela”. En su esquema, las relaciones en la escuela están signadas por un rígido sistema de reglas y pautas. La segunda parte de la Guía de las escuelas cristianas es un compilado de instrucciones sumamente precisas sobre cómo debe mantenerse la disciplina escolar. En este esquema cobran prioridad el silencio, “es uno de los principales medios para establecer y conservar el orden en las escuelas”, y la vigilancia del maestro, la cual es señalada como primera entre las cosas que pueden “ayudar a establecer y mantener el orden en las escuelas”.
                Sin embargo, el espíritu de estas reglas era preventivo; a través del silencio que permite el permanente control de los alumnos, se conseguirá que los castigos deban aplicarse lo menos posible:
                Para evitar la frecuencia de castigos, lo que constituye grave desorden en la escuela, es preciso señalar claramente que lo que promueve el buen orden en la escuela es el silencio, la vigilancia y la buena compostura del maestro, y no la dureza y los golpes. Hay que ejercitarse mucho en actuar con habilidad e ingenio para mantener a los alumnos en orden, sin tener que emplear apenas los castigos.
                Por lo tanto se podría decir que la disciplina era necesaria no sólo como una concepción didáctica, en el sentido del orden ineludible en la escuela -o más precisamente en el salón de clase- para la correcta transmisión de conocimientos, sino también como una forma de inculcar conductas morales y sociales. Sin embargo, en la definición de disciplina de estos tiempos predomina el concepto de orden más que una forma de dirimir aquellos conflictos que se generan en el ámbito escolar.
                Para comprender los cambios que se sucedieron en la concepción de disciplina escolar, en primer lugar hay que hacer notar que en muchos ámbitos la expresión convivencia escolar se está utilizando en reemplazo del término disciplina.
            La convivencia se ha planteado exclusivamente como un modo de conseguir un clima o un ambiente propicio para el aprendizaje. Por eso se ha sobredimensionado la disciplina.
 
Las normas de disciplina escolar deben ser transformadas en su visión y concepción.
El derecho debe dejar de ser represivo, basado en el miedo al castigo para lograr su cumplimiento. Precisamente el derecho fue perdiendo legitimidad y consenso en la sociedad, a medida que los preceptos impuestos querían manipular la conducta de las personas, por medio de la sanción o el soborno, produciendo en ellas una resistencia, al ser obligados a obedecer una disposición autoritaria, impuesta por otros sujetos, sin su participación ni aceptación, y que tampoco se basaba en valores fundamentales ni estaban destinadas al bien común.
Si la “nueva escuela” no se va a conformar en un Homo Sapiens, sino en un Homo Noeticus (hombre de conciencia); debemos trabajar para lograr que el nuevo derecho se base en la conciencia de su acatamiento y no en el cumplimento por miedo a la sanción.
                Detrás de esta idea está la búsqueda de la democratización de la institución escolar:
La creación de Consejos de Convivencia,  no sólo se propone trabajar frente al conflicto instalado que demanda una respuesta, sino delinear nuevos modos de convivencia más democráticos que involucren a toda la institución.
                El manejo de la incertidumbre en la disciplina conforma el espacio incierto del poder del alumno. La pedagogía es el lugar del profesor, donde la dialéctica profesor-alumno está, habitualmente, paralizada; el profesor enseña y el alumno aprende. Dentro de la actual estructura de poder, en la que el alumno es el último eslabón, no puede discutir desde la pedagogía, la cual se le presenta fraccionada; su campo de batalla, donde tiene poder crítico y tiene posibilidad de cuestionar, es la disciplina.
                La pedagogía de la escuela antigua consideraba al alumno como un ser dependiente del adulto e incapaz de tomar decisiones autónomas, derivándose así la concepción de que la disciplina y la buena conducta de un alumno consistían en “la capacidad de permanecer en silencio, quieto y limitándose a acatar consignas”. El control disciplinario suele colocar al alumno en un lugar pasivo, sin que cuenten demasiado el nivel de adhesión a las normas que haya alcanzado. En cambio, la idea de formar a los alumnos para convivir en un marco de respeto por los derechos propios y de los demás, alude a un sujeto activo, capaz de integrar a su vida las normas como un recurso que permite garantizar una pauta de equidad entre las personas.
                En su convivencia cotidiana la escuela nueva forma en una cultura democrática si consigue vivenciar la igual dignidad de todas las personas, el valor de la justicia, la promoción de la autonomía crítica, la deliberación y el escrutinio público de sus decisiones, la cooperación en la diversidad; sostiene una postura diferente acerca del porqué “la disciplina se ha transformado en convivencia”. Su tesis se basa en la concepción de que la disciplina es el espacio de poder del alumno en la escuela:
                Debido a esto es que, quienes marcan las diferencias entre disciplina y convivencia, señalan básicamente, el rol que se otorga al alumno:
                Se prioriza las actitudes de respeto y tolerancia en un clima de armonía y reflexión entre las partes. Las normas de convivencia tienen como principio rector la “autodisciplina guiada” siendo ésta el máximo valor de la disciplina y consiste en el cumplimiento de las pautas de conducta que regulan la relación de la comunidad escolar aún sin la presencia directa de los miembros del cuerpo docente.
                Además, la democratización de las normas escolares se materializan, en muchos casos, a través de la presencia del alumno en los Consejos de Convivencia Escolar, donde se busca una participación activa de los mismos en la definición de los acuerdos de convivencia de su escuela así como su opinión acerca de qué sanción se habrá de aplicar ante determinada falta. Se busca de esta forma que los jóvenes “se autoricen a sí mismos”.

El derecho en el laboratorio escolar debe ser conformado y aceptado por todos los integrantes de la Comunidad Educativa, que tiene necesariamente que participar y tener conciencia plena de que las normas de convivencia que se pone en vigencia en el ámbito escolar, deben ser respetada por su perfil especial, y que la mismas tienden a lograr, el bien común de todos y cada uno,  de los sujetos que integran la comunidad escolar.

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