Derecho Educativo
El Derecho Educativo es el principal derecho humano

Menú

| Más
RAUL EDILBERTO SORIA VERDERA: Es abogado y docente ha escrito extensamente sobre el Derecho Educativo; trabajó en escuelas secundarias y terciarias y en el asesoramiento legal del Ministerio de Educación de Catamarca. Fue profesor titular Universitario y se formo en posgrado de Derecho Público. Participó en Congresos y Paneles y dicta cursos y seminarios sobre Derecho Educativo. Es fundador y Director del CENTRO DE ESTUDIOS, INVESTIGACIÓN Y CAPACITACION EN DERECHO EDUCATIVO. Actualmente asesora a escuelas, docentes y padres sobre normas de convivencia y consejos escolares mediante la aplicación del Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (P.D.E.C.E.).
ESPERO TU CONTACTO, OPINIÓN O CONSULTA EN: derechoeducativo@hotmail.com

Si buscas hosting web, dominios web, correos empresariales o crear páginas web gratis, ingresa a PaginaMX
Por otro lado, si buscas crear códigos qr online ingresa al Creador de Códigos QR más potente que existe


Tenemos que usar al Derecho Educativo como una herramienta eficaz para cambiar los paradigmas del derecho actual y para lograr revertir la pronunciada tendencia general a la ilegalidad y a la anomia y conseguir que las normas que regulan el comportamiento humano recuperen su validez y se revierta el proceso de descomposición de las representaciones colectivas (ausencia, confusión y conflicto de valores) y el colapso de la estructura socio-cultural actual.
Para ello debemos concientizar a la comunidad escolar  que la escuela constituye un ámbito donde, se deben regular las acciones de todos los miembros de la sociedad educativa, para resolver los conflictos en forma pacífica,  por medio del diálogo, la cooperación, la solidaridad y la ayuda mutua.
Los propios valores, normas y hábitos más que estar dados como algo bien elaborado, son construidos cooperativamente en el propio proceso de elaboración y planificación de la acción escolar, mediante el diálogo, debate y deliberación. También aquí el propio proceso tiene que ser expresión de la democracia escolar, construyendo progresivamente un espíritu de colaboración en la escuela, entre los docentes en primer lugar (abandonando parte del tradicional individualismo), de los alumnos y de la propia familia.
Al final los valores, hábitos y normas acordados deben llegar a vivirse en la escuela y cada clase, para lo que debe haber sido relevante el consenso y compromiso alcanzado en el propio proceso; para lograr las trasformaciones necesarias hoy en la sociedad y en la cultura;  dando repuesta así  a los reclamos de una nueva visión jurídica.
El Derecho Educativo mediante la aplicación de su visión multidimensional, debe lograr, para las generaciones actuales y las venideras, una sociedad más justa y tolerante; propiciando la creación de normas de convivencia pacíficas para con ella y para con los otros pueblos con los que convive; colaborando con todos aquellos que han decidido adherirse y participar en la construcción de un programa que respete las vidas y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios; rechazando la violencia en todas sus formas; cultivando la generosidad; a fin de terminar con las exclusiones y las injusticias; defendiendo el diálogo, preservando el planeta promoviendo un consumo responsable y un equilibrio de los recursos naturales; y, ayude a la plena participación de todos y todas bajos los principios democráticos.
 
Una visión para la paz

La necesidad de construir un Derecho Educativo para la Paz, proceso siempre permanente, desde un paradigma que oriente la forma de comprender el mundo y las relaciones que se dan en el seno de nuestras sociedades, venciendo los desafíos del siglo XXI y superando la violencia por medio de la implementación y difusión de la Cultura de Paz, es el objetivo.
La Cultura de Paz constituye el esfuerzo de los organismos internacionales, especialmente de UNESCO, durante más de cincuenta años, buscando dar cumplimiento a su mandato; y respaldada, en todos los ámbitos sociales, por un conjunto de experiencias, investigaciones, acciones e instrumentos legales que requieren ser articulados desde una visión  integradora, con la participación responsable y coordinada de todos los integrantes de la comunidad educativa y de todas las instituciones escolares.
El Derecho educativo -en el sentido más amplio del término derecho + educación- es el principal instrumento para la construcción de la Cultura de Paz, mediante la concreción de normas de convivencia en cada Comunidad Educativa basadas en elementos fundamentales como: el diálogo, la tolerancia, la solidaridad, el respeto de los derechos humanos y la lucha permanente por la justicia.  Implementada mediante un plan diario de formación, aprendizaje y  práctica.
La nueva visión del Derecho Educativo constituye, como factor de evolución, la base esencial de la Cultura de Paz y uno de los pilares sobre los que se fundamentará cualquier proyecto de legitimación del derecho y sus instituciones en el futuro; para afrontar con éxito los procesos constantes de cambio de nuestras sociedades.
Como resultado de esta visión del Derecho Educativo se facilitará la adquisición y construcción, durante toda la vida, de normas basadas en valores, actitudes y conocimientos fundados en el respeto de los derechos humanos; se asegurará las normas de convivencia en entornos caracterizados por la pluralidad y la diversidad cultural; se aprenderá a convivir de manera pacífica con los conflictos y se evitará la violencia.
 
La nueva visión del Derecho Educativo en la formación ciudadana.

La visión pasiva que existía de gobernabilidad y democracia obviaba el efecto cambiante del contexto actual.
Hoy en día, la participación activa de los ciudadanos es no sólo posible, sino también deseable como elemento imprescindible para la democracia y de refuerzo de dicha gobernabilidad.
No es posible una comunidad abierta, sin individuos reflexivos y autónomos, críticos y constructivos, pues sólo de ese modo puede hacerse posible su transformación.
La sociedad civil ofrece cada vez más ejemplos de movimientos sociales y asociaciones que participan, que movilizan a un número creciente de personas, una visión más radicalmente democrática, en la que los propios ciudadanos y ciudadanas sean los agentes no sólo de la reproducción del sistema, sino de su transformación, siempre que surja de la deliberación colectiva.
Hay muchos aspectos relacionados con la educación para una ciudadanía democrática que han de enseñarse y conocerse.
 De otro modo, los ciudadanos no estaríamos en condiciones bien informadas para tener conciencia y exigir nuestros derechos, así como para asumir y ser congruentes con nuestros deberes con nosotros mismos y con los demás.
Actitudes y comportamientos, sólo se pueden aprender como es debido a partir de experiencias directas que nos permitan vivirlas, experimentales e irlas practicando.
La participación de toda la comunidad en las escuelas ha de ser una de las claves para mejorar la sociedad actual.
En educación, la comunidad educativa juega un papel fundamental en el proceso de construcción de unos valores que nos socialicen en un concepto de ciudadanía inclusiva y democrática.
Su participación e implicación es sumamente importante, no como meros observadores sino como participantes activos en los proyectos escolares y la toma de decisiones correspondientes por medio de las normas de convivencia.
El hecho de saberse y sentirse ciudadano o ciudadana de una comunidad motiva a implicarse y trabajar por ella.
Así sucede en los colegios que trabajan abiertos a la comunidad. Las familias se sienten parte y participan activamente, haciendo de la escuela un lugar propio.
Como vemos, la educación debe ser la base para la transformación de una sociedad más democrática, en la que se fomente una ciudadanía activa.
La educación para la ciudadanía no consiste sólo y especialmente en contenidos de una materia escolar, sino algo que se tiene que vivenciar implícito en los distintos modos de hacer y proceder, lo que exige de una acción conjunta a través de un proyecto educativo y de la práctica cotidiana.
La participación, solidaridad y compañerismo; el descubrimiento del otro, su reconocimiento y respeto en lo que sea debido, así como la discrepancia y crítica constructiva; el distribuirse responsabilidades en proyectos conjuntos y dar cuenta de las mismas, o la capacidad de valorar los comportamientos propios y ajenos a la luz de los valores propios de una ciudadanía democrática, deben fundamentarse en todos los saberes escolares que amparan esas normas de la vida en común y, al tiempo, ser vividos en la trama de relaciones y experiencias de la vida escolar, las relaciones entre directivos docentes, no docentes, ex alumnos, padres y alumnos ; las relaciones y dinámicas de trabajo dentro de la escuela y también en sus alianzas con las familias, la comunidad y el entorno es la única forma eficaz de formación ciudadana.
Contribuir a la formación de ciudadanos es considerar como objetivo de la educación capacitar a los ciudadanos, conjuntamente, aprendiendo a ser individuos autónomos (“aprender a ser”); aprender  a vivir con aquellas virtudes cívicas necesarias para asumir y profundizar la democracia (“aprender a vivir juntos”), que señala el Informe Delors
La nueva visión del Derecho Educativo para la formación ciudadana indica que el  aprendizaje, no depende sólo de lo que sucede en el aula, sino de complejas relaciones, no siempre acordes, entre los contenidos y tareas escolares y los contenidos y pautas de socialización de otros muchos espacios que también construyen a los sujetos: su casa, el barrio, etc.
Por lo que las interacciones con el contexto que rodea al educando son fundamentales para su aprendizaje, la escuela ha de hacerse cargo de ellas y reconstruirla, en concreto desde los valores y principios de una ciudadanía bien ilustrada, activa y democrática.

© 2024 Derecho Educativo